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Textos

Cronista del amor

Un momento con César Portillo de la Luz, César Portillo de la Luz. 1992, Pentagrama, CD.

"Yo diría que el amor es padre del bolero y el bolero es el cronista histórico del amor. Por eso pese a los vaivenes de las modas, de estos nuevos ritmos que duran seis meses, siete u ocho y después se pierden, el bolero sigue vivo porque bolero es cultura viva. [...] Y que muchos iconoclastas que en un momento dado lo condenaron como un arte decadente, un arte demodé, un arte de lentejuelas y no sé cuántas cosas más; vemos cómo cuando van pasando de moda las cosas coyunturales, entonces el bolero dice 'aquí estoy todavía' y recurren a ello aquellos que lo negaron rotundamente. Qué bueno que el bolero vive, porque quiere decir que el amor sigue viviendo también."

Legendario guitarrista y cantautor cubano: no es Silvio Rodríguez. Compositor fantasma de varias canciones célebres como "Contigo en la distancia" o "Realidad y fantasía"; su artículo de Wikipedia en español le dedica apenas cinco párrafos. César Portillo de la Luz pertenece al gremio de los no-olvidados-pero-sepultados-en-la-memoria-colectiva; lo que viene a significar que su nombre estará siempre ahí, en pies de páginas, en referencias, en créditos y artículos, pero su figura, su imagen popular como artista mítico seguirá siendo mucho más nebulosa.

En ese sentido, este disco es una oportunidad única. No solo es una compilación de las más célebres canciones de César —en vivo, por supuesto—, sino también, caigamos en la redundancia al citar el título, un momento con él. "Bien, amigos, una noche más mis canciones para ustedes", dice hablando a la audiencia en "Tú, mi delirio". "Pero esta noche es un poco especial, puesto que por una parte es mi cumpleaños..."

Uno se hace la idea (desconozco si acertada) de que César no habla a un enorme estadio ni a una apretada turba, sino más bien a una sala donde se congregan algunas decenas, quizá algunos pocos cientos de personas. Los aplausos son sonoros aunque no estridentes; y cuando la audiencia ríe pareciera que se encuentran todos justo a un lado del intérprete.

Las canciones se suceden una tras otra, cada una bella e interesante en su justa medida. Destaco, de inmediato, "Contigo en la distancia", la canción que para muchos ha servido de introducción a la música de Portillo de la Luz (aunque, en mi caso, ese papel lo tuvo "Realidad y fantasía"); pero también "Dime si eres tú" y "Canción a la canción".
"Bien, bien". Llega la "última" canción, que César califica de autobiográfica. Su legado: "Canción para ese día."


Canción, la más hermosa flor que yo supe ofrendar...

tú eres para mí como una fuerza incontenible que me arrastra a mirar...

el lado hermoso de la vida.


"Canción para ese día" termina con la promesa de que llegará Otro, que también cantará y las notas de César vivirán con él. Pero de súbito, quizá planeado a conciencia o quizá espontáneo, un arranque del alma: la secuencia de acordes cambia. Comienza a cantar "Contigo en la distancia" de nuevo, desde el primer coro. No hay bella melodía, etc. Pero ahora es distinto; "conmigo ustedes". César invita a la audiencia a cantar, y el coro espectador es al principio apenas un eco, una ola en el horizonte, una ola que crece hasta llegar a tocarnos. Al llegar a la última estrofa, esta otra voz está tan presente como la de César.



(CÉSAR: Conmigo los tenores)

CORO & CÉSAR: Contigo en la distancia,

(CÉSAR: Y las sopranos)

CORO & CÉSAR: amada mía…

(Una mujer ríe, apenas perceptible)

CORO: eeeestoy.

CÉSAR: ...estoy.

 

César ríe. "Me dejaron solo al final". "No", responde algún hombre de la audiencia, también riendo. El cantante agradece en varios idiomas; uno imagina, sin verla, la humilde reverencia, guitarra aun en brazos. Después, entre los aplausos: "hasta mañana". Hasta mañana.